Por que es mas facil dar consejos que seguirlos

Por que es mas facil dar consejos que seguirlos

Dar consejos a otros suele ser una actividad más sencilla de lo que parece, pero cuando uno mismo debe seguirlos, las cosas cambian por completo. Esta dualidad entre ofrecer y aplicar recomendaciones forma parte de la naturaleza humana y tiene raíces en factores psicológicos, sociales y emocionales. En este artículo exploraremos en profundidad por qué resulta más fácil dar consejos que seguirlos, y qué podemos hacer para superar este desafío cotidiano.

¿Por qué es más fácil dar consejos que seguirlos?

Existen múltiples razones por las cuales dar consejos a otros puede parecer más sencillo que aplicarlos uno mismo. Una de las causas principales es la perspectiva externa, que permite a las personas ver una situación sin estar directamente involucradas emocionalmente. Esto les da cierta distancia para analizar los hechos y proponer soluciones sin verse afectadas por las emociones intensas que experimenta la otra persona.

Además, dar consejos a menudo se percibe como una forma de mostrar empatía, experiencia y autoridad, lo cual puede ser recompensador desde un punto de vista social. Seguir los propios consejos, en cambio, implica compromiso personal, responsabilidad y a veces, la necesidad de enfrentar inseguridades o miedos. Este contraste genera una asimetría que hace que sea más cómodo dar que aplicar.

Otra razón tiene que ver con la comodidad de la teoría. A menudo, los consejos se formulan de manera idealista, sin considerar las complejidades de la vida real. Por ejemplo, es fácil decirle a alguien que deje de procrastinar, pero más difícil aplicarlo cuando uno mismo está lidiando con ansiedad, falta de motivación o distracciones constantes. La brecha entre el consejo y la acción es un fenómeno común que refuerza la idea de que dar es más fácil que hacer.

La diferencia entre ofrecer y aplicar soluciones

La actitud de dar consejos está profundamente arraigada en la cultura humana. Desde la antigüedad, los líderes, filósofos y mentores han desempeñado roles que incluyen guiar a otros con sabiduría y experiencia. Sin embargo, no siempre se les exige aplicar lo que enseñan. Esta separación entre ofrecer soluciones y vivir sus consecuencias es una de las razones por las que dar consejos resulta más sencillo.

Por ejemplo, un médico puede recomendar a sus pacientes que mantengan una dieta equilibrada, pero si él mismo no sigue esa dieta, no se le cuestiona por ello. En el ámbito personal, esto también ocurre con amigos y familiares que aconsejan a otros sobre relaciones, finanzas o salud, sin aplicar esos mismos principios en su vida. La falta de responsabilidad personal en la aplicación del consejo facilita su ofrecimiento.

Esta dinámica también se ve reflejada en el mundo digital. En redes sociales, millones de personas comparten consejos sobre cómo manejar el estrés, mejorar el bienestar o alcanzar objetivos, pero pocos de ellos comparten su propio progreso o dificultades. El anonimato y la distancia digital facilitan aún más el ofrecimiento de consejos sin compromiso.

El efecto de la sobrecarga de información

En la era digital, la cantidad de consejos que recibimos a diario es abrumadora. Desde libros, podcasts hasta artículos de autoayuda, hay una constante avalancha de recomendaciones sobre cómo mejorar la vida. Esta sobrecarga puede llevar a un fenómeno conocido como parálisis por análisis, donde la persona no sabe qué consejo seguir primero, o si alguno realmente le aplicará a su situación.

Además, muchos de estos consejos son genéricos y no están adaptados a circunstancias específicas. Por ejemplo, un consejo como sé positivo puede ser útil en ciertos contextos, pero si una persona está atravesando una crisis emocional profunda, puede resultar inapropiado o incluso dañino. Esta falta de personalización hace que seguir consejos sea más difícil, mientras que darlos requiere menos esfuerzo para adaptarlos a cada situación.

Ejemplos reales de cómo es más fácil dar consejos que seguirlos

Muchas situaciones cotidianas ilustran este fenómeno. Por ejemplo:

  • Un padre le aconseja a su hijo adolescente que no se drogue, pero él mismo fuma o consume alcohol.
  • Una persona recomienda a sus amigos que dejen de gastar tanto en ropa, pero ella misma compra artículos innecesarios.
  • Un jefe le dice a su equipo que deben mantener un buen balance entre trabajo y vida personal, pero él mismo trabaja 12 horas al día sin descanso.

En cada uno de estos casos, el consejo se ofrece con buenas intenciones, pero no se sigue personalmente. Esto no significa que el consejo sea malo, sino que la dificultad para aplicarlo depende de múltiples factores, como la autenticidad, la coherencia interna y el contexto personal.

También hay ejemplos en el ámbito profesional. Un consultor financiero puede aconsejar a sus clientes sobre inversiones seguras, pero si él mismo no invierte con disciplina, su consejo pierde fuerza. La coherencia entre lo que se dice y lo que se hace es clave para que un consejo tenga impacto real.

El concepto de la brecha entre el consejo y la acción

La brecha entre el consejo y la acción se refiere a la distancia que existe entre proponer soluciones y ejecutarlas. Esta brecha puede ser estrecha o amplia, dependiendo de la situación, la personalidad de la persona y el entorno. Para cerrarla, es fundamental entender los obstáculos que impiden seguir los propios consejos.

Un factor clave es la falta de autoconocimiento. Muchas veces, las personas no reconocen sus propias limitaciones, miedos o hábitos negativos que impiden aplicar los consejos. Por ejemplo, una persona puede aconsejar a otros que enfrenten sus miedos, pero si ella misma no ha trabajado en sus inseguridades, será difícil que siga su propio consejo.

Otro elemento es la resistencia al cambio. Seguir un consejo implica salir de la zona de confort, lo cual puede ser estresante. Por eso, aunque el consejo sea lógico y útil, la persona puede postergarlo o ignorarlo. En cambio, dar consejos no requiere de esfuerzo para cambiar, solo de pensar en lo que haría o no haría en una situación similar.

10 consejos que suenan fáciles pero son difíciles de seguir

Aquí tienes una recopilación de consejos que a menudo se dan con facilidad, pero que son complejos de aplicar en la vida real:

  • Sé amable con todos – Es fácil decirlo, pero difícil cuando uno se siente ofendido o herido.
  • No te estreses por el dinero – Aconsejarlo es sencillo, pero vivirlo es otro reto.
  • Habla con tus padres – Muy útil, pero si hay conflictos o resentimientos, puede ser muy difícil.
  • Come sano – Se escucha fácil, pero llevar una dieta equilibrada requiere constancia.
  • No compares tu vida con la de otros – Una idea útil, pero en la era de las redes sociales es complicado aplicarla.
  • Duerme lo suficiente – Aconsejarlo es sencillo, pero la vida moderna suele interferir.
  • Sé fiel en la relación – Se da con facilidad, pero mantenerla requiere compromiso y autocontrol.
  • Habla con alguien si te sientes mal – Fácil de sugerir, pero si uno no se siente cómodo con la vulnerabilidad, puede evitarlo.
  • Trabaja en tu autoestima – Una idea poderosa, pero muchas personas no saben cómo empezar.
  • No te dejes influenciar por la crítica – Fácil de sugerir, pero difícil de aplicar cuando uno se siente vulnerable.

Las razones psicológicas detrás de esta dualidad

Desde un punto de vista psicológico, la facilidad para dar consejos está ligada a la necesidad humana de sentirse útil y competente. Dar consejos puede reforzar la autoestima, especialmente cuando se percibe que se está ayudando a alguien. Sin embargo, seguir consejos implica un proceso interno más complejo que involucra autoanálisis, autocrítica y, a menudo, la confrontación de miedos o inseguridades.

Otra razón psicológica es la proyección emocional. Muchas veces, las personas dan consejos basándose en sus propias experiencias, pero no consideran que el contexto de la otra persona puede ser muy distinto. Esto puede llevar a consejos malintencionados o inaplicables. Además, seguir consejos implica la capacidad de asumir responsabilidad por uno mismo, algo que no siempre se hace con facilidad.

Por último, existe el efecto de la ilusión de control. Dar consejos da la sensación de que uno tiene control sobre la situación, mientras que seguirlos implica admitir que hay aspectos de la vida que no están bajo nuestro control. Esta desconfianza en el control personal puede dificultar la aplicación de los propios consejos.

¿Para qué sirve dar consejos si a veces no se siguen?

Aunque seguir consejos puede ser difícil, darlos tiene un propósito fundamental:ayudar a otros a reflexionar, tomar decisiones informadas y sentirse apoyados. Incluso si el consejo no se aplica al pie de la letra, puede servir como un punto de partida para que la persona afectada explore otras opciones o descubra su propia solución.

Además, dar consejos fortalece los lazos sociales. Compartir ideas, preocupaciones y soluciones crea un sentido de conexión y comunidad. A menudo, el valor del consejo no está en la acción en sí, sino en el hecho de que se haya compartido con buena intención.

Por último, dar consejos también puede ser una herramienta de autoaprendizaje. Al intentar ayudar a otros, muchas veces uno mismo se ve forzado a revisar su propio conocimiento, lo que puede llevar a un crecimiento personal. Así que aunque seguir consejos sea más difícil, darlos no pierde su valor, siempre que se haga con empatía y responsabilidad.

Alternativas a los consejos tradicionales

Si seguir consejos es difícil, quizás sea hora de explorar otras formas de apoyo que no se limiten a la transmisión de ideas. Por ejemplo, la escucha activa puede ser más útil que dar una solución directa. A veces, solo necesitamos que alguien nos escuche sin juzgar, sin dar consejos, para poder resolver nuestras propias situaciones.

También puede ser útil compartir experiencias personales, en lugar de dar soluciones. Por ejemplo, decir yo pasé por algo similar y lo resolví de esta manera puede ser más útil que dar un consejo genérico. Esta estrategia fomenta la empatía y el aprendizaje a través de la experiencia.

Otra alternativa es proponer preguntas reflexivas en lugar de consejos. Preguntar ¿qué te gustaría hacer en esta situación? o ¿qué te está impidiendo tomar una decisión? puede ayudar a la otra persona a pensar por sí misma, en lugar de recibir una solución lista.

Cómo la falta de acción afecta la credibilidad

Cuando una persona da consejos que no aplica en su vida, su credibilidad puede verse afectada. Por ejemplo, si un entrenador físico aconseja a sus clientes que mantengan una dieta saludable, pero él mismo se alimenta con comida chatarra, puede perder la confianza de sus seguidores. Esta falta de congruencia puede llevar a que las personas desestimen los consejos, ya que perciben que no son seguidos por quien los da.

La credibilidad es fundamental en cualquier relación de consejo, ya sea profesional, familiar o personal. Sin ella, los consejos pierden su impacto. Por eso, es importante que quien da consejos también esté dispuesto a aplicarlos, al menos en parte, para mantener una imagen coherente y confiable.

Esta dinámica también se aplica en el ámbito laboral. Un jefe que exige productividad a sus empleados, pero no cumple con sus propios horarios, puede generar desmotivación y resentimiento. La congruencia entre lo que se dice y lo que se hace es clave para mantener la autoridad y la influencia.

El significado de dar y seguir consejos

Dar consejos implica compartir conocimiento, experiencia y empatía, mientras que seguirlos requiere autoconocimiento, compromiso y acción. Ambos procesos son importantes, pero no siempre se equilibran. A menudo, se da más peso a la facilidad de dar, ignorando la dificultad de aplicar.

Entender el significado de estos actos nos permite reconocer cuándo estamos dando consejos por mera costumbre, sin reflexionar si realmente son útiles o aplicables. También nos ayuda a valorar más la acción personal, reconociendo que seguir consejos no solo beneficia a nosotros mismos, sino también a quienes nos rodean, al demostrar coherencia y autenticidad.

Además, el hecho de seguir consejos puede ser un acto de humildad y crecimiento personal. Reconocer que necesitamos ayuda, que no tenemos todas las respuestas, y que debemos aplicar lo que aprendemos, es una señal de madurez emocional y mental.

¿De dónde proviene la costumbre de dar consejos?

La costumbre de dar consejos tiene raíces en la evolución humana. En la antigüedad, las sociedades dependían de la cooperación y el intercambio de conocimientos para sobrevivir. Quien tenía más experiencia en caza, agricultura o medicina, era respetado y su consejo era escuchado. Esta tradición se ha mantenido en la cultura moderna, aunque ahora los consejos van más allá del ámbito sobreviviente.

También está la influencia de la educación y la religión. Muchas culturas transmiten sabiduría a través de enseñanzas que se presentan como consejos, como los proverbios bíblicos o los aforismos de filósofos antiguos. Estas tradiciones refuerzan la idea de que dar consejos es una forma de transmitir valores y guiar a otros.

En la actualidad, con el auge de la autoayuda y el coaching, dar consejos se ha convertido en una industria. Existen libros, cursos, podcasts y charlas dedicados a esta práctica, lo que refuerza aún más la percepción de que dar consejos es una habilidad valiosa. Sin embargo, la falta de seguimiento personal de estos consejos puede generar desconfianza en quienes los reciben.

Sugerencias para seguir consejos con mayor facilidad

Si quieres mejorar en seguir los consejos que das, aquí tienes algunas sugerencias prácticas:

  • Escribe tus propios consejos y revisa si realmente los sigues.
  • Haz un seguimiento de tus hábitos y compara con lo que recomiendas.
  • Comparte tus progresos y desafíos con otros.
  • Haz autoevaluaciones periódicas para ver si estás siendo coherente.
  • Busca feedback de otras personas sobre cómo te perciben al dar y seguir consejos.

También es útil convertir los consejos en hábitos. Por ejemplo, si aconsejas a otros que mediten, intenta meditar tú mismo diariamente. Esto no solo te ayuda a seguir el consejo, sino que también te permite entender mejor las dificultades que enfrenta la otra persona.

¿Cómo afecta la falta de acción a las relaciones interpersonales?

Cuando una persona da consejos que no aplica a su vida, puede generar desconfianza, resentimiento o incoherencia en las relaciones. Por ejemplo, un amigo que siempre aconseja a otros sobre relaciones sentimentales, pero tiene una historia de rupturas y conflictos, puede perder credibilidad con el tiempo.

También puede surgir una dinámica de control, donde la persona que da consejos se percibe como superior o más sabia, lo que puede generar tensión. En lugar de fomentar el crecimiento mutuo, esta dinámica puede convertirse en una forma de manipulación o crítica constante.

Por otro lado, si una persona sigue consejos de manera coherente, fortalece su imagen como alguien auténtico y comprometido con su desarrollo personal. Esto, a su vez, puede inspirar a otros a aplicar los consejos también, creando un ciclo positivo.

Cómo usar los consejos y ejemplos de uso

Usar consejos efectivamente implica adaptarlos a tu realidad, priorizar los más relevantes y aplicarlos de manera consistente. Aquí tienes un ejemplo de cómo hacerlo:

  • Consejo:Mantén una rutina de ejercicio diaria.
  • Uso práctico: Si te aconsejan que hagas ejercicio diariamente, puedes adaptarlo a tu vida estableciendo una rutina de 20 minutos al día, por ejemplo, al levantarte. Puedes usar una aplicación para seguir tu progreso y recordarte que no faltes.
  • Consejo:Sé más organizado.
  • Uso práctico: Puedes aplicar este consejo usando un calendario digital, hacer listas de tareas diarias y establecer prioridades claras. También puedes buscar herramientas de gestión del tiempo que te ayuden a mantener el orden.

El uso de los consejos también puede ser colectivo. Por ejemplo, en una empresa, un jefe puede dar consejos sobre liderazgo, pero también puede organizar talleres o sesiones de coaching donde los empleados puedan aplicar esos consejos en equipo.

El papel del contexto en la dificultad de seguir consejos

El contexto en el que se da un consejo es fundamental para entender por qué es difícil seguirlo. Factores como la cultura, el entorno social, la disponibilidad de recursos y el estado emocional de la persona afectan la aplicación de los consejos.

Por ejemplo, un consejo como ahorra para el futuro puede ser fácil de dar en un país con estabilidad económica, pero difícil de seguir en una región con altos niveles de inflación o desempleo. De la misma manera, un consejo sobre salud mental puede ser útil en un ambiente de apoyo, pero poco aplicable en un entorno estresante y sin recursos.

También influyen factores personales como la educación, la inteligencia emocional y la resiliencia. Una persona con mayor autoconciencia puede aplicar consejos con mayor facilidad, mientras que otra puede sentirse abrumada por la cantidad de opciones y recomendaciones.

La importancia de la autenticidad en el proceso de dar y seguir consejos

La autenticidad es el factor más importante para que los consejos tengan un impacto real. Si una persona da consejos sin autenticidad, sin haberlos aplicado en su propia vida, puede perder credibilidad y no generar ningún cambio positivo. Por otro lado, seguir consejos con autenticidad implica reconocer que no somos perfectos, que cometemos errores y que necesitamos aprender.

Ser auténtico también implica aceptar que no tenemos todas las respuestas. En lugar de pretender que sabemos lo que es mejor para los demás, podemos escuchar, aprender y adaptar los consejos a cada situación. Esta actitud no solo mejora la calidad del consejo, sino que también fomenta un crecimiento genuino tanto en quien da como en quien recibe.

La autenticidad también fortalece las relaciones interpersonales. Cuando alguien percibe que estás siendo coherente y sincero, se siente más motivado a aplicar los consejos y seguir tu ejemplo. Esto crea un ciclo de confianza y respeto que es esencial para cualquier relación de apoyo.