La clase social media baja es un concepto que describe a un segmento de la población que, a pesar de tener acceso limitado a recursos económicos, ha encontrado en las redes sociales una herramienta para expresarse, organizarse y, en algunos casos, mejorar su situación. Este fenómeno refleja cómo la tecnología digital y las plataformas en línea están redefiniendo las dinámicas tradicionales de las clases sociales. En este artículo, exploraremos en profundidad qué implica esta realidad, cómo se manifiesta y cuál es su impacto en la sociedad actual.
¿Qué es la clase social media baja?
La clase social media baja se refiere al grupo de personas que pertenecen a estratos socioeconómicos bajos o muy bajos, pero que utilizan las redes sociales de manera activa y constante. Estos usuarios suelen acceder a internet a través de dispositivos móviles de bajo costo o compartidos, y su uso de las plataformas digitales está orientado a la comunicación, el entretenimiento, la búsqueda de empleo y, en algunos casos, la organización colectiva. Aunque su acceso a la tecnología puede ser limitado, su presencia en el entorno digital es notable.
Un dato interesante es que, según un estudio de la ONU sobre brecha digital (2022), más del 60% de los usuarios de redes sociales en zonas de bajos ingresos utilizan estas plataformas como su principal vía de información y conexión. Esto muestra cómo las redes sociales han democratizado el acceso a la comunicación, aunque no siempre garantizan la calidad o la veracidad de la información recibida.
Además, la clase social media baja no solo consume contenido, sino que también produce y comparte sus propias experiencias, creando comunidades virtuales que reflejan sus realidades cotidianas. Estas plataformas, aunque no resuelven sus problemas estructurales, sí les ofrecen un espacio para visibilizar sus necesidades y luchar por sus derechos de manera innovadora.
Las redes sociales como herramientas de empoderamiento para estratos vulnerables
En contextos donde las oportunidades reales son limitadas, las redes sociales actúan como un canal de empoderamiento para las personas de bajos ingresos. A través de plataformas como Facebook, WhatsApp o TikTok, estos usuarios pueden acceder a información clave sobre salud, educación, empleo y servicios públicos. También pueden participar en grupos de apoyo, compartir recursos y organizar esfuerzos comunitarios, como campañas de recolección de alimentos o ayuda para emergencias.
Este fenómeno no es solo un uso recreativo: es una forma de resistencia digital. Por ejemplo, en zonas rurales o urbanas marginales, los usuarios de redes sociales han utilizado estas herramientas para denunciar casos de corrupción, falta de servicios básicos o violaciones a los derechos humanos. Aunque no siempre reciben respuestas inmediatas, la capacidad de visibilizar sus luchas les da cierto peso en el entorno digital.
Además, las redes sociales han permitido que este grupo social participe en la economía digital. Muchos han encontrado formas de generar ingresos pequeños, como ventas en línea, creación de contenido o participación en encuestas remuneradas. Aunque estos ingresos no suelen ser suficientes para cambiar su situación económica, representan un primer paso hacia la inclusión digital y económica.
El impacto cultural de la clase social media baja en internet
La presencia de la clase social media baja en internet también tiene un impacto cultural profundo. Al compartir su cultura, lenguaje y costumbres, estos usuarios están influyendo en la forma en que se crea y consume contenido en las redes sociales. Las expresiones del lenguaje popular, los modos de comunicación informal y las referencias culturales específicas están siendo incorporadas a una audiencia más amplia, lo que enriquece la diversidad cultural en internet.
Por otro lado, este grupo también enfrenta desafíos como el acoso en línea, la desinformación y el sesgo algorítmico, que a menudo les muestra contenido que refuerza estereotipos o que limita su acceso a información de calidad. Sin embargo, su capacidad para adaptarse y seguir usando las redes sociales de forma creativa demuestra su resiliencia y su habilidad para aprovechar las herramientas digitales a su favor.
Ejemplos de cómo la clase social media baja usa las redes sociales
Existen varios ejemplos claros de cómo la clase social media baja utiliza las redes sociales para mejorar su calidad de vida. Uno de los más comunes es el uso de grupos en Facebook para buscar empleo. Estos grupos están llenos de anuncios de trabajos informales, ofertas de servicios domésticos o consejos sobre cómo aplicar a empleos formales. En muchos casos, estas redes son el único canal de acceso a oportunidades laborales para quienes no tienen redes de contactos tradicionales.
Otro ejemplo es el uso de TikTok para crear contenido cultural. Muchas personas de bajos ingresos utilizan esta plataforma para compartir danzas tradicionales, historias de vida o expresiones artísticas únicas. Esto no solo les permite ganar visibilidad, sino también generar ingresos a través de publicidad o donaciones. Además, plataformas como WhatsApp se usan para mantener redes de apoyo emocional y compartir información sobre salud, educación y otros temas clave.
En el ámbito político, también se han visto movilizaciones lideradas por usuarios de redes sociales de bajos ingresos, quienes utilizan hashtags y campañas en línea para exigir mejoras en servicios públicos o para denunciar injusticias. Aunque estos movimientos no siempre alcanzan el impacto esperado, su presencia en internet es una forma de participación democrática cada vez más relevante.
La digitalización como puerta de entrada a la inclusión social
La digitalización ha abierto nuevas puertas para la clase social media baja, permitiéndoles acceder a servicios, información y oportunidades que antes estaban fuera de su alcance. La adopción de dispositivos móviles baratos y la expansión de redes 4G/5G han sido claves en este proceso. En muchos países, programas gubernamentales han facilitado el acceso a internet para comunidades marginadas, lo que ha permitido un mayor uso de las redes sociales.
Este acceso digital también ha transformado la educación. Plataformas como YouTube y Google Classroom han permitido a estudiantes de bajos recursos acceder a clases, tutoriales y recursos académicos gratuitos. Asimismo, plataformas de aprendizaje en línea como Coursera y Khan Academy ofrecen cursos gratuitos que pueden ser accedidos por cualquier persona con conexión a internet. Aunque no siempre se completa, este tipo de aprendizaje puede marcar una diferencia en la vida de muchos usuarios.
Además, la digitalización ha facilitado el acceso a servicios financieros a través de aplicaciones móviles. Muchas personas de bajos ingresos ahora pueden abrir cuentas bancarias, recibir pagos por trabajos informales y acceder a microcréditos sin necesidad de acudir a una sucursal física. Esto representa un paso importante hacia la inclusión financiera y la movilidad social.
5 formas en que las redes sociales impactan a la clase social baja
- Acceso a información: Las redes sociales son una vía clave para que personas de bajos ingresos obtengan información sobre salud, empleo, educación y servicios públicos.
- Comunicación comunitaria: Grupos en Facebook o WhatsApp sirven como espacios para compartir recursos, coordinar esfuerzos y apoyarse mutuamente en momentos de crisis.
- Empoderamiento digital: A través de la producción de contenido, estos usuarios pueden ganar visibilidad, generar ingresos y participar en debates sociales.
- Educación en línea: Plataformas como YouTube y Khan Academy ofrecen acceso gratuito a recursos educativos que antes no estaban disponibles.
- Movilización política: Las redes sociales son un espacio para organizar protestas, denunciar injusticias y exigir mejoras en las condiciones de vida.
La digitalización y la brecha social en el siglo XXI
Aunque las redes sociales han ofrecido nuevas oportunidades a la clase social baja, también reflejan y, en algunos casos, amplían la brecha social. El acceso a internet no es uniforme: en muchas zonas rurales o marginadas, la conectividad sigue siendo un problema. Además, la calidad de la educación digital, la posesión de dispositivos adecuados y el nivel de alfabetización digital varían significativamente entre los distintos estratos sociales.
Estos factores generan una brecha digital que puede convertirse en una brecha social aún mayor. Por ejemplo, quienes no tienen acceso a internet están excluidos de oportunidades laborales, educativas y sociales que dependen cada vez más del entorno digital. Esta desigualdad no solo afecta a los individuos, sino que también tiene un impacto en el desarrollo económico y social de las comunidades.
Sin embargo, existen iniciativas que buscan reducir esta brecha. Organizaciones gubernamentales y privadas están trabajando para conectar a comunidades rurales, brindar capacitación digital y facilitar el acceso a dispositivos. Estos esfuerzos, aunque aún son limitados, representan un paso importante hacia una mayor equidad en el acceso a la tecnología.
¿Para qué sirve la presencia de la clase social baja en internet?
La presencia de la clase social baja en internet no solo les permite acceder a información y oportunidades, sino que también les da una voz en el entorno digital. Esta visibilidad les permite denunciar injusticias, compartir sus realidades y participar en debates sociales. En muchos casos, su presencia en las redes sociales les ha permitido acceder a empleos, recibir apoyo comunitario y mejorar su calidad de vida.
Además, su uso de internet contribuye al enriquecimiento cultural del entorno digital. Al compartir su lenguaje, costumbres y experiencias, estos usuarios están ayudando a construir una cultura digital más diversa e inclusiva. También son una fuente de innovación, ya que su creatividad y adaptabilidad han llevado a nuevas formas de uso de las redes sociales, especialmente en contextos de limitación tecnológica.
Por último, su participación en internet también tiene un impacto en la política y la economía digital. A medida que su presencia crece, también lo hace su influencia en las decisiones de políticas públicas y en la estrategia de las empresas tecnológicas, que ahora deben considerar las necesidades de este segmento de la población.
La inclusión digital como herramienta para la movilidad social
La inclusión digital no solo es un derecho, sino también una herramienta para la movilidad social. Para la clase social baja, tener acceso a internet significa poder participar en la economía digital, acceder a educación y empleo, y construir redes de apoyo. Esta inclusión no solo mejora su calidad de vida, sino que también les permite soñar con un futuro diferente.
Para lograr esta inclusión, es necesario abordar varios desafíos. Uno de ellos es el costo de los dispositivos y la conexión a internet, que sigue siendo un obstáculo para muchas familias de bajos ingresos. Otra barrera es la falta de conocimiento y habilidades digitales, que limita el uso efectivo de las herramientas disponibles. Para superar estas barreras, se requieren políticas públicas que faciliten el acceso y la capacitación.
Iniciativas como la entrega de dispositivos escolares, el apoyo a bibliotecas públicas digitales y programas de formación en habilidades digitales son ejemplos de cómo se puede avanzar en esta dirección. La colaboración entre gobiernos, empresas y organizaciones comunitarias es clave para asegurar que la tecnología sea un puente hacia la igualdad y no una barrera adicional.
Las redes sociales como reflejo de la sociedad actual
Las redes sociales no solo son herramientas de comunicación, sino también espejos de la sociedad. En ellas, se reflejan las desigualdades, las luchas y las esperanzas de diferentes grupos sociales. Para la clase social baja, estas plataformas son un espacio donde pueden expresar sus realidades, compartir sus luchas y construir identidades colectivas.
En este contexto, las redes sociales también reflejan cómo las personas de bajos ingresos ven el mundo. A través de sus publicaciones, mensajes y comentarios, se pueden observar sus preocupaciones, sus valores y su forma de interactuar con otros. Esta visibilidad, aunque a veces es limitada, es una forma de participar en la construcción de una narrativa social más diversa e inclusiva.
Además, las redes sociales también reflejan cómo estos usuarios se adaptan a los algoritmos y a las dinámicas de las plataformas para maximizar su impacto. Aunque enfrentan desafíos como el acoso o la censura, su presencia en internet es una prueba de su resiliencia y de su capacidad para usar la tecnología a su favor.
El significado de la clase social baja en el contexto digital
La clase social baja en el contexto digital no solo se define por su situación económica, sino también por su relación con la tecnología. En este entorno, esta clase social se caracteriza por su uso activo de las redes sociales, su creatividad para adaptarse a las limitaciones tecnológicas y su capacidad para construir comunidades en línea. Su presencia en internet es una prueba de que la tecnología puede ser una herramienta de empoderamiento, incluso para quienes tienen menos recursos.
Este grupo social también enfrenta desafíos únicos en el entorno digital. Por ejemplo, su acceso a dispositivos de alta calidad es limitado, lo que afecta su capacidad para navegar por internet de manera eficiente. Además, su falta de educación digital puede limitar su uso efectivo de las herramientas disponibles. Sin embargo, a pesar de estas barreras, su presencia en internet sigue creciendo, lo que les da una voz cada vez más importante en la sociedad digital.
Otro aspecto relevante es cómo las plataformas digitales están adaptándose a las necesidades de este grupo. Por ejemplo, muchas aplicaciones ahora ofrecen versiones de bajo consumo para dispositivos con menos capacidad, lo que permite a más personas acceder a contenido y servicios. Esta adaptación no solo beneficia a la clase social baja, sino que también enriquece la experiencia digital para todos.
¿Cuál es el origen del concepto de clase social baja en internet?
El concepto de clase social baja no es nuevo, pero su evolución en el entorno digital es relativamente reciente. A medida que las redes sociales se expandieron, se notó que ciertos grupos de usuarios, particularmente aquellos con bajos ingresos, estaban utilizando internet de manera activa y constante. Esto llevó a la identificación de un fenómeno: la presencia de la clase social baja en internet como un actor relevante en la cultura digital.
Este fenómeno se originó a partir de estudios académicos y análisis de datos sobre el comportamiento de los usuarios en internet. Investigadores comenzaron a notar patrones en el uso de redes sociales por parte de personas de bajos recursos, lo que les permitió definir una nueva categoría: la clase social media baja. Este término describe a un grupo que, aunque tiene limitaciones económicas, ha encontrado en internet un espacio para expresarse, organizarse y participar activamente.
El origen de este concepto también se relaciona con el crecimiento de la economía digital y la expansión de la tecnología móvil. A medida que más personas tenían acceso a internet a través de teléfonos móviles, se observó que las clases más vulnerables estaban utilizando estas herramientas de forma creativa para mejorar su situación. Este uso no solo fue funcional, sino también cultural y socialmente significativo.
El papel de las redes sociales en la economía informal
Las redes sociales han jugado un papel fundamental en la economía informal, especialmente para la clase social baja. En muchas regiones, las personas que trabajan en sectores no regulados utilizan plataformas digitales para ofrecer sus servicios, buscar empleo y gestionar sus ventas. Por ejemplo, conductores de Uber, vendedores de ropa en Facebook Marketplace o trabajadores de repartos en aplicaciones de mensajería usan internet para encontrar clientes y optimizar su trabajo.
Este tipo de economía digital informal no solo permite a estas personas generar ingresos, sino también construir una reputación en línea y establecer contactos profesionales. Sin embargo, también presenta desafíos, como la falta de protección laboral, la dependencia de plataformas privadas y la volatilidad de los ingresos. A pesar de esto, la participación en la economía digital informal es una forma de adaptación a las limitaciones estructurales.
Otra ventaja es que las redes sociales permiten a estos trabajadores organizar sus esfuerzos colectivamente. Por ejemplo, grupos de choferes o vendedores pueden coordinarse para exigir mejores condiciones o defenderse contra abusos por parte de plataformas digitales. Esta organización colectiva es una forma de resistencia digital que refuerza su posición en el mercado laboral informal.
¿Cómo se identifica a la clase social baja en internet?
La identificación de la clase social baja en internet se basa en varios factores. Uno de los más comunes es el tipo de dispositivo que utilizan: muchos pertenecen a la llamada economía móvil, es decir, usan teléfonos de baja gama con acceso limitado a internet. Otro indicador es el tipo de contenido que consumen y producen: suelen compartir videos de bajo costo, memes, música popular y noticias de fuentes no tradicionales.
También se pueden identificar a través de patrones de uso: por ejemplo, tienden a acceder a internet principalmente en horas pico, cuando los costos de datos son más bajos. Además, suelen participar en grupos cerrados de redes sociales, donde comparten recursos y apoyo mutuo. Estos grupos pueden ser una vía importante para la movilización social y la organización comunitaria.
Por último, la identificación también puede hacerse a través de la temática de sus publicaciones. Muchas veces, las personas de bajos ingresos usan las redes sociales para denunciar injusticias, pedir ayuda o compartir sus experiencias de vida. Estas publicaciones reflejan no solo su situación económica, sino también su forma de ver el mundo y sus preocupaciones más urgentes.
Cómo usar la clase social baja en internet para mejorar su situación
Para aprovechar al máximo el potencial de las redes sociales, la clase social baja puede seguir varias estrategias. Una de ellas es participar en grupos de apoyo y redes comunitarias, donde se comparten recursos, consejos y oportunidades laborales. Estos espacios pueden ser claves para encontrar empleo, recibir capacitación o acceder a servicios que antes estaban fuera de su alcance.
Otra estrategia es la creación de contenido digital. Aunque no se requiere de equipos costosos, el uso de aplicaciones móviles permite a las personas producir videos, publicar fotos o escribir artículos que reflejen su cultura y experiencia. Esto no solo les da visibilidad, sino que también puede generar ingresos a través de publicidad o colaboraciones con marcas locales.
Además, es importante que estos usuarios desarrollen habilidades digitales básicas, como la búsqueda de información, el uso seguro de internet y la gestión de redes sociales. Estas habilidades les permitirán navegar por internet con mayor autonomía y aprovechar al máximo las oportunidades que ofrece el entorno digital.
Las desigualdades digitales que persisten a pesar del acceso
Aunque la clase social baja ha logrado un acceso significativo a internet, persisten desigualdades que limitan su pleno aprovechamiento. Una de ellas es la calidad de la educación digital: muchos usuarios no tienen acceso a programas formales que les enseñen cómo usar internet de manera efectiva. Esto les limita su capacidad para acceder a empleos mejor remunerados o para participar en la economía digital.
Otra desigualdad es la infraestructura: en muchas zonas rurales o marginadas, la conectividad es inestable, lo que dificulta el uso constante de las redes sociales. Además, el costo de los datos móviles sigue siendo un obstáculo para muchos usuarios, especialmente en países donde la tarifa por internet es alta en relación con sus ingresos.
Por último, existe una desigualdad en la percepción social: a pesar de su presencia activa en internet, la clase social baja a menudo es estereotipada como usuarios pasivos o consumidores de contenido. Esta visión ignora su capacidad de creación, organización y participación en la cultura digital.
El futuro de la clase social baja en internet
El futuro de la clase social baja en internet dependerá en gran medida de cómo se aborden las desigualdades actuales. Si se invierte en infraestructura digital, educación y políticas de inclusión, esta clase social podrá aprovechar al máximo las oportunidades que ofrece el entorno digital. Sin embargo, si se ignora su situación, la brecha digital se ampliará y sus posibilidades de movilidad social se verán limitadas.
Además, el desarrollo de tecnologías más accesibles y la expansión de la economía digital informal pueden ofrecer nuevas rutas para la participación económica y social. Las redes sociales seguirán siendo un espacio clave para la organización comunitaria, la expresión cultural y la lucha por derechos. Su papel en la sociedad digital no solo es relevante, sino esencial para construir un entorno más justo e inclusivo.
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